Y esa necesidad de volar que invade nuestras almas arrastrandolas a la lujuria. Ese deseo de poder hacerlo, de creer que puedes. Esas páginas en blanco y ése mundo por vivir que grita a nuestro alrededor. Y miradas que van y vienen sin dueño ni verdad. Ilusión que sentimos en la piel y nos lleva a mirar más alto de lo que nuestros pies pueden llegar.
Y yo pido perdón. Por no poder escuchar esos gritos, por ignorar esta ilusión y dejarla caer. Por pasos que no llevan a ninguna parte, por palabras que no tienen sentido. Por un meláncolico existir que no promete nada. Por un corazón sin sentimientos y una razón sin razones. Por no querer intentarlo, por no poder.
Tú, que sabes qué hacer y cómo, escápate de esta fría indiferencia que rodea a los que todo lo han perdido, a los que olvidaron pensar antes de hablar.
Me ahogo en este vaso de agua helada, y mi orgullo no me deja pedir ayuda. Motivos ilógicos y estúpidos que abarcan todo lo hecho y por hacer. Y quiero cambiar el mundo, pero no en este momento. Y el mundo me cambia a mí. Y yo cierro los ojos y los oídos esperando quién sabe qué. Tal vez eso que te haga abrir los ojos y olvidar el silencio que envuelve esta pared de cristal.
Pierdo la inocencia y rozo la culpabilidad, sin darme a penas cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario