viernes, 30 de abril de 2010

Tan poco tiempo...


Segundos. Minutos. Horas. Días. ¿Cúanto tendré que esperar?

Tiempo perdido. Valioso y único. Desperdiciado en lamentarse y llorar, en sufrir. Tiempo que se perderá entre los recuerdos. Que podríamos invertir en miles de sonrisas.

Busco la forma de hacerte sentir mejor, de que recuperes la ilusión. De que la recuperemos. Sin lograrlo, sin rozarlo si quiera. ¿Cuántos errores cometimos? ¿Cuántos cometeremos?

Y ahora dime, dime la verdad:

¿Cuántas formas hay de remediarlo?

Ninguna. Ni lágrimas, ni tardes encerradas en una oscura soledad. El sol sigue brillando allí arriba, en el cielo. En el mismo que soñamos tantas veces con tener a nuestros pies. Dime dónde está tu escondite, dime porqué lo elegiste. Dime porque no quisiste esconderte conmigo.

Cuéntame el secreto de tu dolor. Cuéntame cómo sacarte de ahí sin verte llorar.

Si el mundo no girara tan rápido, nada de esto hubiera pasado. Ahora es él quién tiene que decirnos cómo solucionarlo.

jueves, 29 de abril de 2010

Dulce e inmortal, amistad.


Hablar sin pensar, diciéndolo todo. Confianza. Que nos incita a perdonar una y otra vez. Sin importar nada, ni nadie. Más allá del amor, de creer, de todo. Momentos irrepetibles, insustituibles a cualquier nombre. Dolor que duele menos, alegría más feliz. Por estar a su lado, por saber que está bien, porque lo malo pierde valor. Parte de mi alegría, de mi tristeza, de mis recuerdos. Partes de mí. De lo que fui y de lo que soy ahora.

Pero, se perdió.

Todo cambió sin que lo notaramos. Miradas más frías, rencores demasiado cultivados. ¿Cómo sucedió? . Lo sentí, lo hice mal. Siempre pensando las cosas después de que se hayan echado a perder. Rectificar sin adivinar cómo. Cielo que rozamos con nuesta locura adolescente. Ésa que nos llevó a perder la inocencia y el amor. El deseo estúpido de volverlo a inentar.


Momentos inolvidables, que no cambiaré por nada. Que ningún porqué podrá borrar.

miércoles, 28 de abril de 2010

Lágrimas de cristal


Un nudo en la garganta. Lágrimas que luchan por caer en medio de la penumbra de una oscura habitación. Triste. Desconsolada. Pequeña estúpida que creyó en la historia que se montó la vida, para después romperla como un fino vaso de cristal. Mil pedazos. Esparcidos por el viento buscando un sitio en el que derramarse, sin encontrarlo. Brazos que suplican atención. Dolor. Cruel, punzante, vano. Real como la peor de las pesadillas.

Seré una pequeña parte de mi interior y olvidaré todo lo demás. La odio. Esa persona que aparece en el espejo y que me obliga a agachar la cabeza. Impotencia guardada durante demasiao tiempo debajo de cada poro de mi piel. Que necesita salir, respirar.

Olvídalo. Todo. Grita. Fuerte, muy fuerte. Esa voz de tu interior debe vencerse, cómo sea. Ese interior hecho añicos que necesita dejar de pensar para seguir adelante. Para mirar a otro lado y dejar de recordar. Dejar de sentir, de sufrir. Sentimientos embotellados. Desconcierto y deseo mezclados con descaro. Eh, tú.

Cruzaré los dedos.




Soledad. Fría, cruel, mentirosa, crédula y fascinante. Cómo todo. Cómo nada. Sólo tú me traíste hasta aquí. Sólo tú me sacas de aquí. Una y otra vez. Siempre.

Contradicciones de papel


Lágrimas derramadas en el fondo de un corazón vacío que suplica libertad. Amor con ilusión desgastada y felicidad débil y endeble.
¿Dónde os escondéis?
Busco desesperadamente todos los recuerdos que he perdido en el camino. Esos llenos de encanto y fantasía. Pequeña y dulce. Inocente. Feliz. Todo lo que quisiera ser ahora. Quiero mirarme al espejo y sonreír todas las mañanas. Cada una de ellas. Cada día. Porque es especial. Porque es único. Porque jamás volveremos a vivirlo. Sólo el hoy. No quiero un pasado que luche con mi conciencia. No quiero un futuro que se adueñe de mis actos cada segundo.
Quiero sentir. Regalar mi amor y mi confianza en una cajita pequeña rodeada con un enorme lazo rojo. Sin querer, sin pensar... Recuperar los sueños que soñé una tarde cualquiera sólo por hacer algo. Tan sencillo cómo olvidar, tan difícil cómo querer.

Light in my darkness


Tú. Dulce, sensible y loca.. Con tus risas y tus canciones.. Con tus frases sin sentido y tu amor regalado sin porqué.. Como nadie. Como todos quisieran ser. Como tú quieres ser. Porque te apetece. Porque se te antojó. Sincera y miedosa. Viviendo cada segundo como el primero, cada momento como el último. Sin más, ni menos. Capaz de hacerme pensar en cualquier cosa, en ninguna, consiguiendo reír sin ni si quiera saber de qué. Caminos hechos tantas veces que se vuelven distintos a tu lado, más perfectos y bonitos. Cuando cierres los ojos, cuando te sientas sola, no lo pienses ni un segundo, ni medio, piensa en mí. En la que estará aquí siempre. Y ¿sabes porqué? Sólo y sencillamente, porque te quiero.

lunes, 26 de abril de 2010

Errores, repetidos tantas veces, sin darnos a penas cuenta.


Miro hacia fuera. Allí. Veo como pasa el tiempo, sin saberlo. Qué nos importa el saber que nuestros suspiros no llegan a ninguna parte. Saber que cada palabra que recuerda quiénes somos, no tiene el menor sentido. Errores que cometimos. Que nos hicieron volver a pensar las cosas y olvidarlas al minuto.

¿Dónde se esconde toda esa valentía que yo guardé? Prometí no volver a caer. Lo prometí. Por mí. Y vuelvo a estar aquí, presa de mis emociones cómo la primera vez. Como todas las veces. Sin querer, sin a penas haberlo pensado. Y añoro todos los momentos que pasaron, sólo por no poder volver a vivirlos. Y recojo mi amor para otra ocasión. Cuando no duela. Cuando tu mirada me diga lo mismo que grita mi corazón. No confío en el amor. El amor no confía en mí. Una oportunidad, o ninguna. Sólo un segundo. Un instante de cristal que guardar en un cajón olvidado. Lo sé. Es así de complicado. Pero, es distinto. Decisiones que huyen de mi entendimiento. Mi dolor lo hace por mí. Tal vez mi orgullo. Olvidar no es fácil. Escaparé antes de que sea demasiado tarde para pararme a pensar sin sufrir, sin sentirlo. Labios sellados, para no gritar un te quiero.


Sólo logré rozar tu felicidad...

Un dulce sentimiento, que se mezcla con el olvido para adueñarse de todo lo que creí mío. Lo que ahora, simplemente, perdí.

domingo, 25 de abril de 2010

Silencios soñadores...



Creer que las cosas pasan solas, que los momentos no son nuestros, que no los vivimos, que no nos equivocamos, que el dolor se perdió en el camino y no volverá, creer que somos retazos de ilusiones sin más, mentirnos. Sal, baja de ahí, de dónde estes.

Cada recuerdo sigue latente debajo de cada gota de sufrimiento que derramamos al vivirlo. Fuimos nosotros, fuiste tú, el que pasó por aquel callejón triste y lúgubre, sin saber dónde esconderse, sin saber cómo actuar ante ese vacío que se adueña de ti. Soledad. Fría e insensible. No puedes debatir entre el porqué pasó y el cómo evitarlo. Pasará. No lo pienses, no lo sufras. Cada camino, cada paso, está rodeado de momentos, de recuerdos, de dolor. ¿A quién le toca reír sin derramar ni una sola lágrima?