lunes, 26 de julio de 2010

Oh, deseos...


Deseo recorrer 80 mundos en un día, deseo perderme entre un mar de palabras dichas a voz en grito, deseo perder el tiempo y volver a encontrarlo, deseo amar la casualidad, deseo ser diferente, deseo crear a mi antojo, deseo guardar la imaginación en cuencos de algodón, deseo desear sin tener miedo a decirlo.

Caminaré sin pensar y disfrutaré haciendolo, olvidaré qué hacer y no me importará. Seré otra persona sin dejar de ser yo misma. Uniré la razón con la locura formando el mejor de los delirios, sucumbiendo al placer. Mi inocencia se mezclará con unas sabias palabras que oí por ahí, que me contó el tiempo. Pequeños corazones para albergar demasiados momentos, que se rompen y esparcen melancolía y tristeza, corazones que vuelven a ser, pero más fuertes y dispuestos a darlo todo. Te recompensaré por ser cómo eres, por hacer que vuelva la ilusión que perdí en algún juego estúpido, de esos a los que todo el mundo jugó. Y ahora, esforzandome por no sonreir en exceso, recorreré el espacio que separa mis labios de los tuyos, crearemos un instante para recordar, uno de esos que mencionaremos los días que nos pongamos melancólicos, y desde ahí, seremos sin más, o con todo.

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