Debí preguntarle al olvido por qué sólo el tiempo sabe qué hacer con las almas enamoradas. Qué decirle o cómo hacerle ver el camino que debe escoger. Cómo saber cuál es el camino que debe escoger. Y sólo los minutos, segundos y horas que pasan deciden por nosotros y nunca, nunca jamás, se equivocan. Tal vez la única respuesta es que somos humanos, y en consecuencia, imperfectos. Seres imperfectos que vislumbran la perfección a través del amor. A través de sentimientos que tienen mil caras y todas reales, todas tan de verdad...
Corazones silenciados, llenos de inseguridad e inocencia. Aprenderemos, aprenderemos hoy y lo olvidaremos mañana. Y cada historia será nueva para nosotros, y cada sentimiento único, cada uno de ellos como el primero.
Personas, tal vez seamos sólo eso, o tal vez seamos muchos más.
Quizás. Abiertos a todas las probabilidades, a todas las diferencias que existen, a verlas y aceptarlas, a romperlas, a crearlas nosotros mismos sólo para crecer o para sentirnos más niños. Y volver a volvernos locos para sobrevivir a la locura de la vida. Al ir y venir de situaciones y momentos. Mirar a los lados buscando nada, pero queriendo encontrarlo todo.
Si te cabe el cielo en un abrazo, siempre habrá una estrella para ti.
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