El roce de sus labios; un suspiro. Con la yema de los dedos acariciaba la tibia piel de su cuello, estremeciendola dulcemente. Susurraba promesas a su oido que ambos sabían que rompería, pero eso no les impedía seguir soñando un poco más. Inocente niña disfrazada de quien no es, que busca una mínima oportunidad para asomar la cabeza entre las nubes. Un segundo que se adueña de sus vidas, disfrutando de su efímero sabor con los ojos cerrados, para no olvidarlo. Para guardar la ilusión en la unión de sus bocas. Insolentes, descarados, adolescentes; cómo se puede ser sólo una vez en la vida, cómo se puede sentir miles de veces.
Y perdernos en el camino del olvido...
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