Segundos. Minutos. Horas. Días. ¿Cúanto tendré que esperar?
Tiempo perdido. Valioso y único. Desperdiciado en lamentarse y llorar, en sufrir. Tiempo que se perderá entre los recuerdos. Que podríamos invertir en miles de sonrisas.
Busco la forma de hacerte sentir mejor, de que recuperes la ilusión. De que la recuperemos. Sin lograrlo, sin rozarlo si quiera. ¿Cuántos errores cometimos? ¿Cuántos cometeremos?
Y ahora dime, dime la verdad:
¿Cuántas formas hay de remediarlo?
Ninguna. Ni lágrimas, ni tardes encerradas en una oscura soledad. El sol sigue brillando allí arriba, en el cielo. En el mismo que soñamos tantas veces con tener a nuestros pies. Dime dónde está tu escondite, dime porqué lo elegiste. Dime porque no quisiste esconderte conmigo.
Cuéntame el secreto de tu dolor. Cuéntame cómo sacarte de ahí sin verte llorar.
Si el mundo no girara tan rápido, nada de esto hubiera pasado. Ahora es él quién tiene que decirnos cómo solucionarlo.
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